“Trata a las personas como si ya fueran lo que se merecen ser y las ayudarás a ser lo que son capaces de ser”.
Tal vez esta frase de Goethe defina de forma muy aproximada en qué consiste la labor del profesional del coaching: desarrollar la capacidad de ver lo que aún no se percibe y acompañar al cliente en el proceso de tomar consciencia de ello.
El coaching es, por tanto, una metodología que acompaña y ayuda a personas y organizaciones a conseguir objetivos, mejorar habilidades y desarrollar potencialidades, a través de una relación de confianza, respeto y confidencialidad entre el coach (el profesional del coaching) y el coachee (la persona que recibe coaching).
Tiene muchas aportaciones de la filosofía. Hay consenso entre las distintas corrientes de coaching, en que en la base del mismo se encuentran las influencias de la filosofía y concretamente en la contribución de Sócrates, Platón y Aristóteles.
Sócrates, a través del “Método Socrático”, abre el camino hacia el conocimiento interior del ser humano, utilizando el diálogo, exactamente a través de la Dialéctica y sin prentender enseñar a sus discípulos, sino facilitando que ellos aprendan.
El método Socrático establece dos etapas en esa búsqueda del conocimiento interior:
- IRONIA: reconocer la ignorancia para poder estar preparado para la búsqueda de la verdad.
- MAYEÚTICA: búsqueda de la verdad mediante un progreso en la exactitud de las definiciones, utilizando para ello las preguntas.
Consideramos como Sócrates que no existe el enseñar sino el aprender y este aprendizaje se produce reconociendo que el conocimiento no está en el coach , está en los propios coachees, pero a veces es necesario de la ayuda de otra persona para poder descubrirlo y desarrollarlo.
Una de las esencias de esta metodología es el trabajar desde la convicción de que el potencial está dentro de las personas. John Whitmore en su libro “Coaching. El método para mejorar el rendimiento de las personas”, destaca que “el coaching reposa sobre un nuevo modelo psicológico en el que el individuo es considerado más que un recipiente vacío en el que todo se tiene que verter, una bellota, que contiene en su interior todo el potencial para convertirse en un majestuoso roble. Necesita alimento, estímulo y luz para crecer, pero el roble ya se encuentra en nuestro interior”.